ILUSTRACIÓN ANTONIO JOSÉ CAVANILLES: MARIA VENDRELL
POST: PATRÍCIA SANTACRUZ GÓMEZ PhD
Nacido en Valencia en 1745, Antonio José Cavanilles se consagró como una figura fundamental de la ciencia española del siglo XVIII. Tras obtener títulos en Filosofía y Teología, su pasión por la naturaleza lo llevó a París, donde se sumergió en el estudio de la botánica de la mano de célebres maestros como Thouin y Jussieu.
Un pionero de la taxonomía
Impresionado por las ideas de Linneo, Cavanilles se convirtió en uno de los primeros científicos españoles en aplicar su sistema taxonómico. Su incansable labor de investigación lo llevó a recorrer la Península Ibérica, documentando y clasificando su flora autóctona. Fruto de este trabajo monumental, surgieron, entre 1791 y 1801, los 6 volúmenes de la obra Icones et descriptiones plantarum, quae aut sponte in Hispania crescunt, aut in hortis hospitantur –o más conocido, simplemente, como Icones et descriptiones plantarum o Icones, y que se traduce como: “Imágenes y descripciones de las plantas que crecen espontáneamente en España o se albergan en jardines”- un tratado en seis volúmenes que describe e ilustra las plantas propias de la península, y algunas traídas de América y otras partes del mundo.
Un legado vivo
En 1801, Cavanilles fue nombrado director del Real Jardín Botánico de Madrid, donde implementó importantes reformas y consolidó su prestigio internacional. Tras su muerte en 1804, su legado científico continúa vivo en las colecciones, biblioteca y manuscritos que legó al Jardín Botánico, un tesoro invaluable que nos recuerda su enorme contribución al conocimiento del mundo natural.
Abrir cualquier volumen del Icones et descriptiones plantarum es como atravesar un portal hacia la España del siglo XVIII. No solo nos encontramos con un catálogo científico de flora ibérica, sino que nos sumergimos en una experiencia visual extraordinaria gracias a los detallados grabados que acompañan meticulosamente las descripciones.
Cavanilles no se contentó con clasificar las plantas de la península con rigor científico. Impulsado por una visión holística, buscó plasmarlas con la misma precisión y belleza que las caracterizaba en su estado natural. Encargó la realización de estas ilustraciones a talentosos grabadores que trabajaron bajo su supervisión para garantizar la fidelidad científica y estética a la vez.
La técnica elegida fue el aguafuerte, un proceso que permite captar con minuciosidad los detalles más sutiles de la anatomía vegetal. Flores en pleno esplendor, frutos en diferentes fases de maduración, la ramificación de los tallos o el particular dentado de las hojas -todo se representa con un realismo impresionante-. Un ojo entrenado puede discernir incluso las delicadas venas que recorren las hojas o las minúsculas glándulas que salpican los tallos.
La técnica del aguafuerte en las ilustraciones botánicas
La técnica del aguafuerte ha desempeñado un papel fundamental en la historia de las ilustraciones botánicas. Su capacidad para capturar con precisión los detalles más sutiles de las plantas la convirtió en una herramienta invaluable para los naturalistas y botánicos durante siglos.
Un proceso meticuloso
El aguafuerte es una técnica de grabado en la que se utiliza una plancha de metal, generalmente de cobre, recubierta con una capa de barniz. El artista dibuja sobre el barniz con una punta afilada, exponiendo el metal. La plancha se baña en ácido, que ataca las áreas expuestas, creando surcos. Una vez entintada la plancha, la tinta se deposita en estos surcos, permitiendo transferir la imagen al papel durante la impresión. Su nombre proviene del ácido nítrico, también conocido como aqua fortis, es decir, «aguafuerte», que se emplea en este proceso.

Precisión y detalle
La principal ventaja del aguafuerte para las ilustraciones botánicas reside en su precisión. La técnica permite reproducir con gran fidelidad las texturas, formas y detalles de las plantas, desde las venas más finas de las hojas hasta las intrincadas estructuras de las flores.
Un lenguaje visual singular
El aguafuerte no solo captura la realidad de las plantas, sino que también aporta un entendimiento visual extraordinario a las ilustraciones botánicas. Los contrastes de luces y sombras, las texturas rugosas y las líneas finas crean una estética particular que realza la belleza y complejidad del mundo vegetal.
Los grabadores
Sin embargo, el Icones no es la obra de un solo hombre ni destaca únicamente por su riguroso contenido científico, sino también por su valor técnico-artístico excepcional. Las aguafuertes que ilustran la obra son verdaderas obras de arte, producto del talento de un equipo de grabadores de reconocido prestigio. Entre ellos, cabe destacar dos figuras de gran relevancia en la época y, sobre todo, para la obra que nos ocupa:
Miguel Gamborino (1760-1828)
Probablemente el grabador más importante de la península en época de la Ilustración. A pesar de tener obras para publicaciones literarias y artísticas, lo que más destaca de su producción son las más de setenta ilustraciones científicas que realizó para el Icones bajo la supervisión de Cavanilles.

François Noel Sellier (1737- ?)
Poco sabemos sobre este grabador francés. A finales de la década de 1780, comenzó a colaborar con Cavanilles desde su taller en París, siendo sus ilustraciones en el Icones junto con las de Gamborino, las primeras en publicarse en 1791.

Un tesoro científico
Contribución a la taxonomía: las descripciones precisas de Cavanilles ayudaron a esclarecer la taxonomía de muchas especies vegetales, corrigiendo errores de identificación y estableciendo nuevas clasificaciones.
Descubrimiento de nuevas especies: gracias a sus viajes por diferentes regiones de la península Ibérica, Cavanilles describió y dio a conocer por primera vez numerosas especies vegetales nuevas para la ciencia.
La influencia de Icones et descriptiones plantarum en la botánica española e internacional ha sido profunda y duradera. La obra sirvió como referencia fundamental para los botánicos durante décadas, permitiéndoles identificar, clasificar y estudiar la flora de la Península Ibérica y sus territorios. Sin embargo, más allá de su valor científico, el Icones representa un tesoro técnico-artístico y cultural de gran importancia. Los 6 volúmenes de esta obra, repletos de intrincadas y rigurosas ilustraciones científicas, conservados en el archivo del Real Jardín Botánico de Madrid, ofrecen una mirada fascinante a la historia del mundo vegetal.
En este enlace podéis explorar los diferentes volúmenes de la obra y observar con detenimiento las magníficas ilustraciones realizadas con el método del aguafuerte. ¡Incluso podéis descargaros una copia en pdf!
Bibliografía
Costa Talens, M. (2021), “Antonio Jové Cavanilles, un botánico ilustrado.” Boletín de la Academia Malagueña de Ciencias, 23: pp. 103-112
López Piñero, J.M. (2004), La obra botánica de Cavanilles (1745-1804). Segundo Centenario de la muerte del gran botánico. València: RSEAP
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